Por: Roberto Domínguez Franco
Desde 2023 y estos primeros meses de 2024 hemos escuchado bastante sobre la Inteligencia Artificial (IA) y estamos entrando a una etapa de aceleración muy importante para las empresas, para no quedarse atrás, así como en todos los sectores de nuestra sociedad. La IA está en las ventas, en la mercadotecnia, en la productividad en las fábricas, en las áreas financieras, en la meteorología, ¿en muchas otras más y por qué no en las energías renovables?
La IA trabaja con algoritmos aprendiendo de datos tabulares, números, instrucciones y con la identificación de patrones en relación a los datos proporcionados. En general es un conjunto de técnicas con diferentes objetivos y grados de eficiencia. Es una máquina de aprendizaje que trabaja con predicciones de demanda así como con fallas. De clasificación de documentos, prescripciones y también de recomendaciones.
En el caso de las energías renovables, los diversos sectores de esta industria trabajan con muchos datos internos como externos, procesos y materiales de suministro muy complejos, con una cartera de clientes muy diversos. La IA supera por mucho las limitaciones que tenemos los humanos, principalmente en el análisis de datos y de gestionarlos, de tal forma que la IA puede predecir la producción de energía, sus consumos, precios de mercado y las condiciones temporales de mercado, de esta forma los operadores eléctricos pueden hacer ajustes al sistema, así como también pueden optimizar las transacciones de compra y venta de energía.
Los sistemas de gestión energética impulsados por IA están logrando avances significativos en la mejora de la eficiencia energética de edificios, fábricas, industrias y hogares. La IA recolecta y analiza todos los datos de sensores y optimiza el consumo de la energía al controlar sistemas de climatización, iluminación y consumo, lo que puede llevar a una reducción de la tarifa de luz. Los algoritmos de aprendizaje automático identifican patrones y también anomalías del uso de la energía. Ahora los edificios pueden transformarse en estructuras inteligentes y más eficientes desde el punto de vista energético.
La inteligencia artificial también puede ayudar en la gestión de las centrales: para previsiones meteorológicas más precisas y fiables (vientos y radiaciones), por tanto, mejores estimaciones de la producción esperada, producción que luego se optimiza analizando los datos de rendimiento de los sensores. En el caso de la energía hidroeléctrica, estimaciones más fiables de los caudales de agua ayudan a reducir el derroche, aumentando la producción.
Aunque todavía se encuentra en una fase de experimentación se pueden ver los ahorros y eficiencias por conseguir que marquen la diferencia entre sus competidores en horizonte no muy lejano. La predicción de demanda se alimenta de condiciones meteorológicas, acompañada de patrones de consumo y así optimizar el sistema entre recarga e inyección de la red en tiempo real. La IA puede ayudar a las empresas de servicios energéticos a realizar propuestas automáticas de baterías, sistemas solares, asesoría en eficiencias y monitoreo de servicios de limpieza y mantenimiento. Además del mantenimiento preventivo la Inteligencia Artificial aprende a relacionar defectos y fallas de una planta o de una máquina, lo que le permite a anticipar eventos no deseables antes de que estos se produzcan, de tal forma que los ahorros en materiales y en la intervención a tiempo de técnicos especializados con reducción de tiempos y de paradas para los dueños o gerentes de las plantas.
La Inteligencia Artificial ya está transformando al sector energético al optimizar la generación de energía, la gestión de las redes de suministro, mejorando su eficiencia a la demanda y el potencial de los sistemas energéticos. Con los continuos avances de la IA en la energía renovable, podemos esperar energías más eficientes y aprovechar todo el potencial que tienen todas las fuentes de energía renovables. Fuentes: Energias-renovables.com, flobers.com