El año se termina y aún hay incertidumbre en el panorama energético de 2019 debido a la reconfiguración que la siguiente administración llevará a cabo en las seis refinerías actuales, así como la construcción de una nueva en Dos Bocas, Tabasco.
Se estima que la nueva refinería inicie operaciones en 2027 con una capacidad de producción de 270,000 barriles diarios y un aumento de 30,000 barriles más en las actuales. La inversión será de $315,000 millones de pesos aproximadamente para ambos objetivos.
A pesar de que nuestro país cuenta con el petróleo necesario para llevar a cabo estos proyectos, la mayoría del crudo se exporta. En 2017 la producción fue de 1.9 millones de barriles, de los cuales sólo 800,000 barriles se destinaron al Sistema Nacional de Refinación (SNR).
Actualmente el SNR opera al 40% de su capacidad, si se incrementa al 85% podría procesar hasta 1.3 millones de barriles diarios. Esto implicaría renunciar a las divisas por la exportación y cambiarlas por ingresos de la venta de gasolina. El precio de la gasolina estaría en función del libre mercado o de una nueva política de precios.
Las refinerías de Madero, Tamaulipas, Cadereyta en Nuevo León y Minatitlán en Veracruz ya están modificadas. La de Tula está en proceso de reconfiguración desde diciembre de 2014, con un presupuesto inicial de 4,600 mdp. Aún queda por reconfigurar las refinerías de Salina Cruz, en Oaxaca y Salamanca, en Guanajuato.
La reconfiguración consiste en añadir un segundo proceso de destilación a partir del combustóleo producido en el primer proceso de refinación para obtener gasolinas, utilizando coquizadoras, también con esto se puede obtener coque de petróleo (carbón). El costo promedio de una reconfiguración es de 88,000 mdp.
Sin las reconfiguraciones mencionadas, para elevar la producción de gasolina será necesario aumentar la producción de combustóleo. Lo que se traduce en mayor impacto ambiental debido a la disminución del consumo de gas natural, que contamina menos.